Advertencia

Este blog está creado con la intención de ser un espacio donde pueda volcar mis ideas más profundas. Por lo tanto, se ruega a sus lectores insultar lo menos posible ante el inevitable incremento de su vanidad intelectual cuando lo lean.Desde ya, mil disculpas.



lunes, 7 de junio de 2010

El duelo

El hombre lobo del hombre, todos somos asesinos – pensaba Helena sentada a la mesa del comedor mientras tomaba mate, rezaba y dudaba…
Por enésima vez se persignó mientras pensaba en sus muertos, se persignó con la inclaudicable Esperanza injustificada…
-El roce desagradecido, egoísta y arbitrario son el motor natural del ser reflexionaba mientras revolvía el puchero. Y sin embargo ¿qué seria de nosotros sin el otro, sin otro ser humano…?
Sin embargo todos tendemos a herirnos, incluso a eliminarnos…
La falta de amor al prójimo es la verdadera consigna triunfante, ¡que pena…!
Helena en ese preciso momento fisgoneaba a través de los vidrios sucios de la ventana. Había un cielo azul como en un día fresco de primavera, pero era otoño…La mañana se acortaba, su horizonte también…
“Creo en las fuerzas de mis deseos” así solía decir la madre de Helena, ya había muerto y sus ocultos deseos se cumplieron, lo sabía ella, Helena que era su hija…y ahora le tocaba a ella cocinar su propio puchero…incierto resultado pensó.
Inciertos atisbos a través de la vida…¡Pero sin aparentes manchas atroces…!
De una cajita de música, lejana como la palabra pero latiendo en el alma volaban notas felices como una vida recién concebida.

De pronto Helena la vio, la vio surgir simultáneamente a su dichoso atisbo, a su fugaz fisgoneo, una mancha horrenda en la pared pintada de color crema, color que le quedaba tan bien…
Esa horrenda mancha venía a anular la alegría y la belleza de la pared. Era una mancha que parecía surgir de una antiquísima maldición o de una Falta muy prolongada…
La mujer había aprendido en el seminario catequístico que el infierno era la ausencia de Dios…de ese infierno parecía surgir la mancha, sí, ése debía ser el verdadero génesis de todas las traiciones a la palabra, de todos los crímenes…
La mancha era como el mismísimo centro del mal, esa mancha inexplicable en la pared simulaba ser el oxígeno de la gran Intriga…La misma que nos sobrevive…
Helena mientras escuchaba la música que surgía de la cajita con la insignia que florecía de la melodía y entibiaba su alma miró muy a su pesar de nuevo, pero con la misma posibilidad de libertad al hacerlo con que sucedían todas las cosas, la mancha en la pared.
Era verdaderamente espeluznante, de ella emanaba un olor nauseabundo…
Allí estaba, tétrica y absurda como el golpe a otra criatura herida también desde el origen…
Nacer duele, continuar también…
Mientras contemplaba la mancha en la pared casi en estado de pánico decidió que debía destruirla a como diera lugar…
De algo estaba segura, necesitaría algo más que un concepto tan poco sustancial como el de Eternidad para eliminarla…
¡Dios tenga misericordia! Pensó
Si, era definitivo, aunque el error fuera notorio, la asesinaría igual que ese olor putrefacto que emanaba.
Verdaderas trompetas de Jericó, verdaderos boomerangs de valor, si eran callados mejor aun, serían imprescindibles para aniquilar el engendro que era la mancha. Era tenebrosa y repugnante y se había instalado en la pared pintada de color crema, ¡ella la odiaba y despreciaba…!
Mientras la cajita de música concluía su melodía argentina la verdadera Ausencia de Amor abrumaba…
Pero la mujer aun vivía…
Helena se imaginó y se imaginó el fin, claro sin entender ni comprender, tal vez ella pensaría o se perseguiría por última enésima vez. Sería la Ultima Gracia, el llanto más feroz, el postrer reclamo…

La mancha continuaría su derrotero ególatra pero había desaparecido de la pared pintada de color crema, color que quedaba tan bien…