Advertencia

Este blog está creado con la intención de ser un espacio donde pueda volcar mis ideas más profundas. Por lo tanto, se ruega a sus lectores insultar lo menos posible ante el inevitable incremento de su vanidad intelectual cuando lo lean.Desde ya, mil disculpas.



martes, 25 de mayo de 2010

Capítulo 1. La búsqueda

Estaba en mi casa en uno de mis días libres, y me di cuenta que tanta libertad no me gustaba. Los días en los que uno no tiene que hacer nada son un poco tediosos. Y los días en los que uno no está haciendo lo que debería estar haciendo, son peores.
Estaba desocupado, se podría decir, ya que mi única fuente de dinero eran las changas que hacía con mi hermano de vez en cuando.
No me conformaba esa situación. El hecho de no tener una rutina diaria me resultaba algo molesto. Algo solamente, ya que todavía me quedaban materias del secundario por rendir y no tenía tanta presión por trabajar, todavía estaba decidiendo que estudiar en la facultad y a veces, intentaba estudiar para las susodichas materias.
Por esa razón, sumadas a los continuos reproches de mi madre, me aventuré un buen día a buscar trabajo.
Salí de mi casa con una carpetita bajo el brazo que contenía una decena de currículos previamente impresos, preparados para la inevitable y eventual tarea de salir a recorrer locales.
Caminé muchas cuadras mirando las vidrieras de todos los negocios, y en los que solicitaban empleado me disponía a dejar mi modesto CV.
Entre uno de esos locales, había una librería donde pedían un empleado para mostrador:
- Buenas, ¿Te dejo el CV? – Le pregunté al empleado que atendía, estirando la mano y ofreciéndole la hojita.
- Dale. ¿Tenés experiencia en librería? – Me preguntó, tomando la hoja y chusmeando la información.
- Eh… si. Hasta luego. – Saludé y rajé lo más rápido posible.

Experiencia en librería… no, obvio que no. No fue bueno para mi moral que me lo preguntara el empleado. Hubiera preferido que tomara mi CV sin decir nada.

Luego de caminar mucho sin entrar a ningún local, empecé a desanimarme.
Seguí caminando sin encontrar ningún local donde se solicitara empleado, hasta que di con un locutorio. No solo era locutorio, era un ciber también. Y pegado con cinta a un vidrio de aspecto poco higiénico, por no decir roñoso, una hoja con las gloriosas palabras “Se necesita empleado”
Saqué un CV de mi carpeta y entré.
El lugar tenía un aspecto triste. Era oscuro por ser un negocio y estaba algo sucio. Había un mostrador de madera viejo con un monitor encima, a la izquierda inmediata de la entrada. A su derecha tres cabinas de teléfono y hacia el fondo dos hileras de máquinas.
El chico que atendía, un colorado alto, pecoso y con rulos, estaba bostezando mientras miraba la pantalla del monitor.
- ¿Te dejo el CV? - Le dije, mientras apoyaba una hojita en el mostrador.
El colorado asintió sin dejar de mirar la pantalla. Tomó mi CV y, como si no le importara, lo guardó en lo que supuse sería un cajón, detrás del mostrador.
Salí del lugar y di por finalizada la batalla del día.

Llegué a mi casa con los pies adoloridos de tanto caminar. Me senté en la mesa a tomar unos mates, sin hacer caso a las molestas preguntas de mi mamá sobre los lugares que había recorrido.
“Dentro de todo, creo que me fue bien.” Pensé. Había dejado CV en varios lados y ahora lo que tenía que hacer era esperar un llamado.
Sonó el teléfono. Mi vieja se levantó de la silla y atendió.
- Es para vos Hernán! ¿A un chino le dejaste el currículum? – me preguntó mi vieja mientras me disponía a agarrar el tubo.
- No se ma! no me hinchés las pelotas. – le contesté dulcemente. – ¿Hola? – Efectivamente, la persona que me había llamado era un chino. Vaya uno a saber de donde.
-Hola! Eh, Henán ¿no? ¿Necesita trabajo no? ¿Podel venil mañana a las 9?- dijo la vos de un chino, que a duras penas podía entender.
-Si, dígame la dirección. – le contesté tratando de parecer lo más educado posible.

Estaba contento. Me habían llamado mucho más rápido de lo que esperaba y estaba ansioso por saber más sobre mi posible nuevo trabajo.
Ese día me acosté temprano, al día siguiente tenía una entrevista a las 9 de la mañana. Era para atender un locutorio.

1 comentario:

  1. Buscar trabajo sin éxito se convierte facilmente en la mayor de las frustraciones. Pero para alguien ya curtido cualquier cosa es viable.

    De esta manera es cuestión de tiempo para que tengamos un trabajo estable... o para que terminemos disfrazados de empanada repartiendo volantes en Acoyte y Rivadavia.

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